Habían sido pillados a contrapié, y lo que nunca pensaron que podía ocurrir, acabó sucediendo. “¡Querido Vladímir Vladimírovich!; somos ciudadanos de la Federación Rusa, de la región de Kursk y el distrito de Suzhda; el 6 (de agosto), tropas extranjeras con material militar de la OTAN entraron en nuestra ciudad; en cuestión de horas, quedó reducida a ruinas… hemos perdido nuestras tierras, nuestras casas…”, clamaba en un vídeo difundido por las redes sociales una mujer rusa, erigida en la portavoz accidental de un grupo de una veintena de adultos evacuados de localidades próximas a la frontera con Ucrania, poblaciones que, en estos momentos, o están ya bajo control del Ejército de Kiev, o se están desarrollando en ellas feroces enfrentamientos armados.
Los lamentos continuaron de forma coral durante más de cuatro minutos, y siguieron una línea narrativa parecida a protestas previas dirigidas desde el inicio de la invasión rusa por ciudadanos o soldados al líder del Kremlin: el presidente no recibe una información correcta de sus subordinados, a los que tildan de incompetentes y quienes le ocultan la gravedad de la situación; debe ser el jefe del Estado quien asuma el control directo de la situación para, de forma paternalista, poner todo en orden. La cinta acabó con una desgarrada petición -“¡ayúdenos!”- que más bien sonó a ruego dirigido al jefe del Estado a quien siguen considerando incuestionable y a quien no demandan responsabilidad alguna por la pérdida de sus hogares y formas de vida, ni por los desastres que está causando la guerra iniciada por él hace dos años y medio.
[–>
Cuatro días dura ya la incursión transfronteriza de un millar de soldados ucranianos, acompañada de treintena de vehículos y blindados, según cifras proporcionadas por Moscú, todo parece indicar que no se trata de una nueva escaramuza militar con escaso recorrido futuro. Para empezar, no ha sido protagonizada por miliares exiliados rusos que simpatizan con la causa ucraniana, sino por soldados ucranianos integrados en cuatro brigadas, lo que permite entrever que la operación ha sido minuciosamente preparada con antelación. Avanzadillas del contingente han logrado llegar hasta localidades como Anastasyevka o Milutino, a 35 kilómetros de la frontera común, aunque es dudoso que sean capaces de controlar la totalidad del territorio que han dejado atrás, según valora el Instituto de Estudios sobre la Guerra (ISW).
Destino de Suzhda
[–>
El destino que ha podido correr la localidad de Suzhda, la capital del distrito homónimo a una decena de kilómetros del linde entre ambos países, con unos 5.000 habitantes, no estaba claro. Algunos blogueros militares rusos sostienen que la población se encuentra ya bajo el control completo de Ucrania; otros, en cambio, afirman que la ciudad se halla solo parcialmente ocupada. Paralelamente, en las redes sociales han ido apareciendo imágenes de veracidad confirmada, de un convoy ruso destruido compuesto por una quincena de unidades y con cadáveres en su interior, o de decenas de soldados rusos rindiéndose y elevando la bandera blanca ante el empuje de los militares ucranianos. El Kremlin reaccionó al poco de iniciarse la incursión y el propio presidente Putin convocó una reunión del Consejo de Seguridad para estudiar la respuesta. Este viernes, la agencia Reuters ha informado de la llegada a la región de Kursk de tanques, artillería y baterías de misiles para afrontar la ofensiva.
Kiev guarda silencio acerca de los objetivos y los detalles del ataque, y únicamente el presidente Volodímir Zelenski ha aparecido en redes sociales y en declaraciones públicas aconsejando huir, en idioma ruso, a los residentes de las zonas atacadas, y recordando que Rusia había traído la guerra a “nuestra tierra”, y por consiguiente “debía sentir lo que ha hecho” también. “El Ejército ucraniano, sabe sorprender”, proclamó, visiblemente satisfecho.
Los efectos políticos de semejante golpe de efecto, que contrasta con la lentitud y las tremendas pérdidas acumuladas en los avances rusos de los últimos meses en la región de Donbás, son evidentes para los expertos. “A nivel nacional (de Ucrania), este éxito relativo eleva la moral, tanto del Ejército como del pueblo”, explica en un mensaje Serhiy Gerasimuk, vicedirector de iniciativas regionales en Prisma Ucraniano, un centro de análisis local que colabora con el poder legislativo y local. Además, recuerda el analista, el tema de las “negociaciones” está siendo evocado “en el discurso público” y la operación demuestra a los ciudadanos que el liderazgo del país “no va a ceder intereses nacionales si las conversaciones se inician”.
[–>
Desde el punto de vista internacional, en opinión de Gerasimuk, Kiev demuestra una vez más con esta ofensiva “que no accederá a la capitulación”. Pero sobre todo, concluye el especialista, envía un mensaje a aquellos aliados en el exterior que temen “la perspectiva de una escalada“. “La débil respuesta rusa demuestra el mito del segundo Ejército más poderoso del mundo” y puede ser utilizada para “persuadir a los aliados de que levanten las restricciones en el uso de las armas en territorio ruso”, concluye.
[–>[–>
Subscribe to continue reading
Source: Informacion
James Sean is a writer for “Social Bites”. He covers a wide range of topics, bringing the latest news and developments to his readers. With a keen sense of what’s important and a passion for writing, James delivers unique and insightful articles that keep his readers informed and engaged.