El domingo por la mañana, Joe Biden levantó el teléfono para hablar con Kamala Harris. Había tomado una decisión. Tras semanas luchando por su vida política frente a la creciente presión desde dentro y fuera de las filas demócratas, Biden retiraba su candidatura y renunciaba así a su sueño de repetir un segundo mandato en la Casa Blanca. Nunca antes un presidente de Estados Unidos había abandonado la carrera a la reelección tan cerca del día de las elecciones. ¿Cómo se fraguó ese inusual e histórico paso atrás?
Todo empezó a desmoronarse el pasado 27 de junio. Las peores dudas sobre la fragilidad y senilidad de Biden, de 81 años, se confirmaron con su desastrosa actuación en su primer debate con Donald Trump. El discurso balbuceante y confundido del presidente, televisado en horario de máxima audiencia, disparó el pánico entre las filas progresistas. Aunque Biden compareció enérgicamente el día después para asegurar que estaba capacitado para liderar el país, el temor a que se convirtiese en un lastre electoral ya había empezado a extenderse dentro del Partido Demócrata.
Desmorone de Biden
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Las últimas tres semanas han ido magnificando la bola de nieve de críticas que ha terminado arrastrando a Biden. Tras el debate, The New York Times pidió al líder demócrata abandonar la carrera, petición a la que fueron sumándose cada vez más legisladores del partido. La cúpula demócrata trató de evitar la debacle respaldando públicamente a su candidato, pero la caída en las encuestas cimentó el miedo entre las bases del partido y entre grandes donantes, que amenazaron con congelar el flujo de financiación. La acumulación de lapsus de Biden, como confundir a Zelenski con Putin en la cumbre de la OTAN, consolidó su imagen de fragilidad y la fuerza de las voces que, de forma pública o entre bastidores, presionaron para que renunciase a presentarse a la reelección. El presidente se negó en rotundo.
Mientras la campaña de Biden se desmoronaba en prime time, la de Trump pisó el acelerador, especialmente tras sobrevivir a un intento de asesinato que ha reforzado su figura casi religiosa entre los suyos. El contraste entre los balbuceos desorientados del presidente y la ya icónica imagen de su rival ensangrentado y con el puño en alto fue demasiado. Los sondeos evidenciaron que la herida demócrata crecía, alejándolos cada vez más de estados como Michigan, cruciales para una victoria nacional, pero también perdiendo fuerza en territorios tradicionalmente azules.
“Traición” de Obama y Pelosi
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La ansiedad se apoderó del Partido Demócrata, dividido en un tira y afloja que se convirtió en una “pesadilla”, según admitieron fuentes internas a The Washington Post. Aunque la crisis de confianza con Biden se agudizaba, este seguía enrocado en su empeño por ser el candidato presidencial. El temor a que ese bloqueo hundiese definitivamente las aspiraciones demócratas a tan solo cuatro meses de las elecciones llevó a pesos pesados como Barack Obama y Nancy Pelosi a exponer en privado sus dudas sobre la permanencia de Biden, algo que el presidente interpretó como una traición. Según Politico, la veterana congresista animó a miembros del partido a presionar al presidente y amenazó con hacer públicas sus críticas esta semana si no daba un paso atrás. Otros legisladores también se estaban organizando para hacerlo, apunta The Washington Post.
El pasado miércoles, mientras Trump era entronizado por su partido, Biden fue diagnosticado de covid. El presidente decidió entonces tomarse un descanso en su residencia de verano, en Delaware, acompañado de la primera dama, Jill Biden, y de un reducido grupo de asesores. Durante el fin de semana, analizaron las encuestas y, a pesar de ser “implacables”, su campaña siguió organizando actos para recaudar fondos. Finalmente, el sábado por la noche cambió de opinión y el domingo por la mañana comunicó internamente su decisión “con la certeza de que no tenía un camino viable”, explica The Washington Post, pero también “irritado”.
con quienes le habían dado la espalda. Para su esposa,
una salida repentina ofreció al presidente su mejor oportunidad para hacer ver que la decisión se produjo en sus propios términos
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Con su retirada y con la designación de Harris como su heredera, Biden pretende cohesionar rápidamente su partido para evitar que la sangría electoral vaya a más. Las críticas desde las filas demócratas han desaparecido para dejar paso a homenajes que abalan su carrera de servicio público. La presión ha logrado su objetivo: convencer a Biden de que él ya no podía ganar a Trump.
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Source: Informacion
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