Thimbo Samb: “It kills me to set an example and think that there are children climbing into the canoe for me.”

El actor Thimbo Samb llegó en cayuco a Tenerife en 2006 y se han convertido en un referente para la juventud de Senegal. Antes de entrar en la industria del cine, comió basura, vivió en la calle, fue detenido y se ganó la vida como mantero. Samb se siente culpable por aquellos que mueren en la ruta canaria siguiendo sus pasos.

Con apenas 11 años tuvo que dejar los estudios para trabajar. Navegaba durante largas horas frente a las costas de su pueblo natal, Kayar, al norte de Dakar; se quemaba las manos con los cabos y arrastraba redes más pesadas que él cargadas de pescado. Con el paso del tiempo, Thimbo Samb notó que las capturas disminuían y que los recursos pesqueros del país se iban en barcos extranjeros. En 2006, en plena crisis de los cayucos, con solo 17 años, decidió convertir una de las coloridas barquillas que hasta entonces había sido su herramienta de trabajo en su medio de huida a España. Al cuarto intento, tras nueve días de navegación junto a otras 138 personas, alcanzó la costa de Tenerife. “Ese día volví a nacer”, asegura Samb, quien ahora firma autógrafos por la calle y ha logrado su sueño de ser actor profesional.

Su éxito en la industria del cine se ha convertido en un faro para muchos senegaleses que quieren seguir sus pasos. Sin embargo, “me mata ser un ejemplo y pensar que hay chicos que han subido a un cayuco por mí o que algunos han podido morir durante la travesía. Necesité ayuda psicológica para asimilar esto”, relata Samb, quien lamenta que no hay nada que pueda frenar a los jóvenes que quieren migrar. A su juicio, si Europa no negara los visados a los jóvenes africanos, no se verían obligados a subir a un cayuco y muchos optarían por regresar a casa al ver la dureza de la vida fuera de su país. “Solo me queda informarles de los riesgos y hacerles ver que la vida no es fácil en España“, afirma el actor.

Nominado a los Goya

Samb sabe bien que llegar de manera irregular a Europa es una continua carrera de obstáculos. Su experiencia fue tan dura que no contó nada a su familia hasta que el año pasado viajó a Senegal para rodar el documental ‘Los cayucos de Kayar’, dirigido por Álvaro Hernández Blanco, por el que está nominado a los Premios Goya 2025 y que se proyecta mañana en Casa África, en el marco del III Seminario de Migraciones: Migratlantes. “Viví tres meses en la calle. Me despertaba sin nada que comer. Buscaba donde los blancos tiran la basura y encontraba pan cubierto de hormigas. A veces tenía hasta gusanos y lo ponía al sol para que se fueran“, relata durante el documental a su madre, quien lo escucha con la mirada triste al descubrir el sufrimiento de su hijo, que se ganó la vida como mantero durante un tiempo.

Al desembarcar en Tenerife, lo primero que le preguntaron fue su nombre. “Me llamo Thiambou, pero la policía escribió Thimbo. Les da igual cómo nos llamemos. Ese error hizo que yo tardara nueve años en conseguir mis papeles”, rememora Samb, quien denuncia la deshumanización que sufren los migrantes al llegar a España. La policía no le creyó cuando dijo que era menor de edad y lo enviaron a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde permaneció 18 días. Cuando su familia le pudo enviar el pasaporte que confirmaba su edad, fue a comisaría para decir que ese no era su verdadero nombre. “Me acusaron de que el documento era falso y me metieron en el calabozo”, apunta.

Teatro del oprimido

Gracias a un taller de teatro del oprimido, organizado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), el talento de Samb salió a la luz y comenzó su ya consolidado camino hacia la fama, con papeles en series como ‘Antidisturbios’, ‘Fuerzas de Paz’ o ‘Apagón’ y en películas como ‘El salto’, ‘Black beach’, ‘El silencio del pantano’ o ‘Érase una vez en Canarias’. Más allá de su profesión, Samb es un férreo defensor de los derechos humanos y se esfuerza en ser voz de quienes se ven obligados a migrar. “No entiendo a quienes creen que subimos a un cayuco para delinquir en España”, afirma. La relación de inmigración con delincuencia es un discurso cada vez más extendido, especialmente en algunos sectores políticos. “Me da mucha pena, porque es un relato que cala muy fácil entre quienes peor lo están pasando y que buscan un culpable de su situación en los migrantes”, explica.

Después de 18 años en España, Samb sostiene que el nivel de racismo en el país no ha cambiado, pero considera que ahora el racista es más visible. “Antes, quien era racista se ocultaba y, ahora, lo dicen sin vergüenza. Pero yo prefiero que me llamen a la cara ‘negro de mierda’ a que me sonrían pero no me quieran”, destaca el actor senegalés, quien reconoce que él y su visión del racismo ha cambiado con el paso del tiempo.

Paternalismo

Cuando viaja a Senegal para visitar a su familia, lo llaman blanco. Consideran que sus nuevas costumbres y su manera de vivir ya no encajan en África. “Eso siempre me hace reflexionar, porque en Senegal me dicen que me creo blanco, pero cuando estoy en España algunos me dicen que vuelva a mi país”, apunta. En el documental, mientras Samb camina por las descuidadas calles de su pueblo, se culpa por tener una visión paternalista de África, algo que, por otra parte, también achaca a los partidos de izquierdas de Europa. “Yo allí veo suciedad en las calles y me afecta. Por eso creo que igual soy un paternalista de mierda que quiere cambiar cosas que forman parte de su vida, pero es algo que se debe cambiar”, sostiene.

El actor considera que el cambio en Senegal tiene que surgir desde dentro, pero también señala que él ha aprendido cosas en España que quiere trasladar a su país. “Me llaman loco”, explica Samb, quien también cree que Europa tiene mucho que aprender de África, como el sentido de comunidad y de familia o conseguir que los niños vuelvan a jugar en la calle dejando a un lado la tecnología.

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El domingo pasado Senegal celebró unas elecciones legislativas anticipadas, en las que el partido Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef), liderado por Bassirou Diomaye Faye y Ousmane Sonko, revalidó el poder. “Los jóvenes siguen viéndolos como un impulso al cambio y como una nueva manera de construir el país. Confiamos en que van a cambiar las cosas y lo están demostrando con acciones como la no renovación del acuerdo de pesca con la Unión Europea”, afirma Samb, quien sostiene que Senegal no quiere revalidar esos contratos, aunque sea Europa la que dice que lo rompe. “Queremos recuperar el control de nuestros recursos naturales y de nuestras vidas para poder decidir por nosotros mismos”, defiende el actor.

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Source: Informacion

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