Cuando se tiene madera de figura del toreo, hay etapas mejores y peores, pero al final siempre sale a flote la casta de triunfador. Eso es algo que no se puede ocultar. A todos los toreros les ha pasado antes o después y Manzanares no es una excepción. Lo importante en este caso es que el fondo sea auténtico y no flor de un día. Por todo ello, Manzanares es con mayúsculas una gran figura del toreo. Su trayectoria y la presente temporada así lo demuestra.
Yendo a lo más reciente, el pasado sábado 21 de septiembre, la Feria de Murcia vivió una tarde para enmarcar, de esas que no se olvidan. Manzanares se reencontró con su mejor versión y con la suerte de enfrentarse a un lote soñado del hierro de Hermanos García Giménez (Casa Matilla). Dos toros a los que cuajó a placer con capote y muleta y a los que sentenció con dos estocadas de libro. Se vieron verónicas de ensueño, encajadas, de mano baja, de las que se torean únicamente con la mano de fuera, porque la de dentro iba pegada a la taleguilla. Y así con sus dos toros.
La elegancia del alicantino ha sido uno de sus mejores activos desde su época de novillero. Su empaque es único, pese a ser un torero alto en estatura compone de manera armónica y estilizada y así, cada pase es un cartel de toros cuando hay ajuste y profundidad. En Murcia, todo eso se vio y se sintió. Si hablamos de la muleta de Manzanares, es innegable el trazo largo y la mano baja por los dos pitones. La manera de enganchar los toros delante y traérselos enroscados en su cintura forma parte de su concepto. Series que suelen ser cortas pero intensas.
Pero es por el pitón izquierdo por donde mejor torea. Posee Manzanares una facilidad innata, que ya avistó su progenitor desde el primer día. Para decirlo claro: lleva el toreo dentro. Por todo ello, cuando un toro bueno potencia estas virtudes se produce el milagro del toreo o como dicen los flamencos, llega el cante bueno. Todo eso se vio en Murcia. Cuatro orejas y un rabo dan fe de ello.
Otra de sus grandes tardes se vivió el pasado siete de septiembre en Villena. Quiso Manzanares estar presente en la reapertura de la plaza asumiendo un compromiso total con su tierra y apadrinando a un nuevo matador de toros. Se reencontraba Manzanares con la afición de Alicante que le quiere, pero que también le exige, y no defraudó. Abrió la puerta grande poniendo cara la tarde y mandando un mensaje al toricantano: aquí no se regala nada.
Muy cariñoso estuvo Manzanares toda la tarde con Alfredo Bernabéu, con una ceremonia de alternativa que tuvo palabras muy bonitas hacia el nuevo matador de toros. Roca Rey observaba todo como testigo. Al final, el triunfo fue para los dos titanes del toreo (Manzanares y Roca) que volvieron a encontrarse después de su mano a mano en la pasada Feria de Hogueras.
Sea como fuere debemos estar atentos a Manzanares en lo que resta de temporada, porque ese buen momento en el que se encuentra hay que seguirlo y disfrutarlo. El próximo viernes 4 de octubre está anunciado en Madrid en la Feria de Otoño, junto a Román y Tomás Rufo con toros de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto.
Han pasado diez años desde que su padre, el gran maestro Manzanares nos dejara. Atrás han quedado los vestidos negros para torear y el luto visible porque, no hay mejor manera de honrar a su padre que cosechando las mejores tardes en los ruedos del mundo.
Que nadie olvide que Manzanares entró en la propia historia del toreo con el indulto de aquel toro llamado Arrojado del hierro de Núñez del Cuvillo en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, un veinte de abril de 2011 y que en Madrid en la plaza más importante del mundo escribió otra de esas páginas sagradas del toreo con la faena al toro Dalia de Victoriano del Río, que para muchos ha sido una de las mejores faenas vistas en la Monumental de Las Ventas en el presente siglo.
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Manzanares es una gran figura del toreo, patrimonio universal de la cultura y alicantino de pura cepa. Y además es un tesoro que sigue en activo para deleite del mundo entero. Ojalá que la presente temporada nos siga deparando grandes tardes como la vivida en Murcia. Cuando la madurez se mezcla con la ilusión y las ganas lo pueden todo, nada puede salir mal.
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